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Reportaje: Las mujeres escondidas de las bases curriculares del Mineduc, el silencio de las autoras en la educación chilena

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“Una mujer debe tener dinero y una habitación propia para poder escribir novelas”, dijo la escritora feminista Virginia Woolf en 1928. A casi cien años de ese discurso, las mujeres necesitan hoy más que solo dinero y una habitación para desenvolverse en el mundo literario, sobre todo en Chile, donde la brecha de género en las bases curriculares del Ministerio de Educación es insólita: sólo 131 de 769 libros sugeridos están escritos por mujeres, apenas un 17% del total. Las escritoras critican esta situación, denunciando el protagonismo de una voz masculina por sobre la femenina en la selección literaria del ministerio.

Por Karina Ortega Álvarez

“¡Marta Brunet!”, “¡Pía Barros!”, “¡María Luisa Bombal!”, se escuchaba entre los gritos y cantos de la multitudinaria marcha del 8M de 2019, en Santiago. En medio del calor y las miles de personas que asistieron ese día, un grupo de mujeres escritoras recordaban los nombres de sus colegas con un megáfono mientras sostenían un cartel que decía “Cuestiona tu canon”. ¿El propósito? Visibilizar a las autoras en una industria literaria patriarcal. 

Al poco tiempo, se organizaron en el colectivo Autoras Chilenas, Auch!, y se propusieron combatir la desigualdad de género apuntando, entre otros blancos, al canon literario de la educación chilena. Si bien el Ministerio de Educación (Mineduc) ha buscado dar respuesta a los cuestionamientos nacidos del movimiento feminista potenciando la perspectiva de género en sus planes y programas a través de su Unidad de Género, en 2019 Auch! denunció que existe un sesgo de género en las lecturas obligatorias del Mineduc. Por eso plantearon: ¿qué leen los estudiantes chilenos?

“CUESTIONA TU CANON…CUESTIONA TU CURRÍCULUM”

Hace unos años, la escritora chilena Pía Barros (66) llegó a un colegio de Santiago para dar una charla sobre su trayectoria. Una estudiante de enseñanza básica no paraba de pellizcarla. “Le pregunté qué le pasaba, y entonces me dijo: ‘Usted escribió el libro que estoy leyendo. Es raro ver a una escritora viva, porque todas las autoras de mis libros están muertas’”, recuerda hoy Barros, quien le respondió entre risas: “¡Claro que estoy viva! ¡No me sigas pellizcando! vieja’; era una niña chica, claro”.

Las bases curriculares son creadas en la Unidad de Currículum y Evaluación (UCE) del Mineduc, y tienen como principal objetivo “formar personas integrales y ciudadanos autónomos, críticos y responsables que desarrollen las habilidades necesarias para seguir aprendiendo a lo largo de sus vidas”, según destacan las bases de tercero y cuarto medio. Para el sociólogo y académico, Cristián Cox, la importancia que tienen éstas es máxima: “es el guión que articula lo esencial de la transmisión cultural que realiza el sistema escolar”. Lo que se considera que es relevante para los estudiantes debe estar en este documento, incluyendo la lista de libros sugeridos que deberán leer las y los alumnos durante su proceso educativo.

A través de una respuesta por solicitud de transparencia, el Mineduc expresa que estos libros “constituyen modelos de escritura, son fuentes de conocimiento y reflexión sobre sí mismos (a), sobre las otras personas, experiencias y acercamientos a las culturas”.

La elaboración de esta lista no es al azar, sino que está determinada por una serie de parámetros y fundamentos de selección que ha creado el Ministerio de Educación junto a su Unidad de Currículum y Evaluación. ¿Cuáles son estos criterios?: “Deben privilegiarse los textos de autores, hombres y mujeres antologados o premiados, que aparezcan en historias de la literatura, que sean representativos de algún género o época, que hayan sido publicados o que hayan sido objeto de la crítica especializada”, indica el Mineduc a través de una solicitud por transparencia. 

Hasta abril de 2022, la lista de lecturas sugeridas de séptimo a cuarto medio, que se encuentra en la página de la UCE, contemplaba 769 libros. De este número, sólo el 17% corresponde a libros escritos por mujeres; un 6% están firmados por autoras chilenas y un 11% por extranjeras. (para detalles de la división por cursos ver infografía 1).

Pia Barros
Pia Barros

A Pía Barros no le sorprende el número: “Ya es un milagro que haya esa cantidad de mujeres”, señala con dolorosa naturalidad. Barros es enfática en criticar a la UCE, ya que para ella la unidad selecciona a un gran número de autoras muertas, porque la entidad considera que las escritoras son valiosas una vez que han fallecido. “A la Bombal la mencionan en todos lados porque se murió hace mucho tiempo (…) ¡Yo vi a la Bombal borracha llegando a una cuestión con Borges! Yo era una pendeja en ese entonces y ella era una tipa prácticamente de la calle”, recuerda.

Pía Barros se encuentra solo una vez en la lista de lecturas sugeridas, con su libro “Ropa usada”, para tercero medio. María Luisa Bombal está dos veces en el listado con sus libros “La última niebla” para segundo medio, y el cuento “El árbol” para cuarto medio.

Otra escritora que no se sorprende por la diferencia en el número de libros sugeridos es Camila Valenzuela (37), quien ganó en 2022 el Premio Municipal de Literatura de Santiago en la categoría “Literatura juvenil”. Ella tampoco se encuentra dentro de la lista de libros sugeridos. Hace unos meses, Valenzuela visitó un colegio para conversar sobre literatura. El conversatorio fue un éxito, pero una vez que llegó a su casa recibió un correo electrónico de un alumno del colegio que visitó. “Yo opino que su novela vale hongo”, decía el mensaje. Lo primero que pensó la autora fue: “Seguro ni siquiera la leyó”.

Las escritoras chilenas: Angela Neira (42), June García (26), Rossana Dresdner (61) y Eva Debía (44) concuerdan en que las cifras demuestran una clara discriminación hacia la literatura escrita por mujeres y que existe un sesgo en la mirada desde donde se está educando.

“Construcción social”

En un informe del Departamento de Derechos Intelectuales (DDI) del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, entre los años 1886 y 1925 fueron inscritas 5.200 obras artísticas, de las cuales 226 pertenecían a mujeres. Entre ellas habían 21 novelas, 18 poesías, 7 cuentos y 16 obras dramáticas. Una de esas mujeres fue Gabriela Mistral. A partir de una solicitud por transparencia, el DDI indicó que en 2021, el 22% de las obras inscritas pertenecían a mujeres y hasta junio del 2022 las autoras registraron el 24% de las obras registradas.

Carmen Mantilla
Carmen Mantilla

Por su parte, la escritora y gestora cultural Carmen Mantilla, en 2018 realizó una investigación sobre los índices de feminización de la circulación de obras literarias en Chile. La autora afirma que la literatura escrita por mujeres es suficiente y de calidad como para que el Mineduc entregue una propuesta más equilibrada en su lista de libros sugeridos. 

El canon literario es una construcción social que determina cuáles son los géneros y obras que van alcanzando mayor fama por la crítica, explica Sandra Navarrete, licenciada en educación y lengua y literatura hispánicas. El problema de esto, agrega, es que “se va armando un canon a partir de los estudios literarios que siempre, y lamentablemente, han sido marcados por un sexismo muy evidente”.

Claudia Andrade, quien a pesar de tener tres novelas y un cuento publicado no se encuentra dentro de las listas del Mineduc, se cuestiona:“¿Quiénes han estado detrás de decir que “esta” es la gran literatura. Por ejemplo, leemos a Sófocles y no leemos a Safo (…) ¿Por qué no se lee a Virginia Woolf pero sí se lee a James Joyce?”.

“Si no te compra el Ministerio de Educación, si no te compra el Ministerio de Cultura, si no te compra la televisión (…), si no te compra alguien, no vas a ser conocida, la literatura de las mujeres no van a ser conocidas (…) Y si no son conocidas, ¿cómo la van a leer?”, exclama Rossana Dresdner, periodista y escritora de los libros “Pasajeros en tránsito” y “Honorables”. Ninguno de sus libros están en la lista de lecturas sugeridas.

La escritora chilena Isabel Allende publicó La casa de los espíritus, su primer libro, en 1982. “Cuando se publicó, mi infalible agente Carmen Balcells me advirtió que iba a necesitar el doble de trabajo y talento que cualquier hombre para obtener la mitad de reconocimiento…y así ha sido”, comenta la escritora desde Estados Unidos. A pesar de ser considerada la escritora de habla hispana más leída en el mundo, se encuentra dos veces en la lista de libros sugeridos con Inés del alma mía en tercero medio y De amor y de sombra  para cuarto medio. 

El Premio Nacional de Literatura lo han ganado solo cinco autoras desde su primera edición en 1942: Gabriela Mistral (1951), Marta Brunet (1961), Marcela Paz (1982), Isabel Allende (2010) y Diamela Eltit (2018). En 80 años, el reconocimiento a las escritoras ha sido casi nulo. Gabriela Mistral lo ganó seis años después de recibir el Premio Nobel. La poeta es la única autora que se encuentra en las seis listas de libros sugeridos.

Montserrat Martorell
Montserrat Martorell

“¡Me parece una aberración! Hay tantas escritoras que no ganaron el Premio Nacional de Literatura. Piensa en la María Luisa Bombal, que celebraba todos los años con sus amigas un premio que nunca llegó”, cuenta la escritora Monserrat Martorell (34), que ha publicado tres libros, pero que ninguno está en las bases curriculares.

A pesar de que Isabel Allende recibió el Premio Nacional de Literatura en 2010, la crítica no estaba conforme con el resultado. Pía Barros recuerda aquel momento: “Para darle el premio a la Isabel Allende, toda la academia ¡no!, ¡no!, ¡no!, no alcanza (…) ¡Durante años también se decía que había que dárselo a la Diamela Eltit”, pero como no se resolvía, no se le daba a ninguna de las dos y se la daban a un señor. Listo, vamos limpiando el proceso”. Diamela Eltit ganó el premio en 2018, la escritora se encuentra dos veces en la lista de libros sugeridos. Infografía 1

Isabel Allende es consciente de la crítica que existe hacia su escritura y carrera profesional. “Mientras en el resto del mundo acumulaba premios y grados honoríficos, y mis libros se enseñaban en universidades, en Chile costó décadas para que los críticos y colegas me respetaran”, responde recordando su larga trayectoria. Aún así, asegura que “siempre conté con el entusiasmo y la lealtad de mis lectores. Eso compensó con creces la mala leche con que me trataron”.

Pero al igual que Allende, María José Ferrada, Alejandra Costamagna, Pía Barros, entre otras, han sido premiadas en el extranjero más que en su país. En 2022, Ferrada recibió el Premio Cervantes Chico Iberoamericano, que se entrega en España. A pesar de aquello, la autora se encuentra solo una vez dentro de la lista de libros sugeridos.

“NO ESTAMOS REPRESENTADAS”

La académica Sandra Navarrete explica que la importancia de que la lista de libros sugeridos tengan una perspectiva de género es que para ella, “…un corpus más equitativo mueve un canon, permite un movimiento cultural en los estudiantes, como que problematicen cosas que ellos no se habían preguntado”. Y agrega que no se le puede pedir a los estudiantes que no sean machistas, porque en los colegios se están enseñando que solo los hombres escriben, piensan y son capaces de generar conocimiento histórico y filosófico.

“No estamos representadas”, apunta Claudia Andrade. “El discurso crea realidades, en el fondo esto también permea en los y las estudiantes que están leyendo y que ven ciertas representaciones y ven ausencia en otras representaciones (…) creo que es clave para crear una consciencia de que los contextos no son únicos. No es uno, no es una sola mirada y también para desmitificar estereotipos en torno a los roles de género”, concluye la académica y escritora.

Estas dinámicas en el mundo escolar se expresan muy vívidamente. Un día, Camila Valenzuela se levantó temprano para asistir a una charla en un colegio en Curicó. Iba todo bien hasta que un estudiante le preguntó: “¿Usted cree que por ser linda le va bien?”. Camila se acercó el micrófono y respondió: “yo quisiera responderte esa pregunta con otra pregunta, y es que si tú habrías dicho lo mismo a un hombre. Yo creo que no y eso es sexismo y no voy a responder preguntas sexistas”. Agrega que “no entré a pelear con él, porque era un cabro chico de tercero medio, pero tampoco los cabros chicos tienen derecho a tratar a una así”. 

En el caso de Isabel Allende, la escritora comenta que “una vez un famoso escritor chileno dijo que era una ‘mala escribidora’, y cuando Carmen Balcells le preguntó cuál libro había leído, respondió que ni muerto leería alguno”.

Eva Debbia
Eva Debbia

Eva Débia, quien se ha desempeñado como periodista gran parte de su vida confiesa que para sus colegas siempre fue “destemplada” y que hace un tiempo postuló al Fondo del Libro para la categoría de cuentos y “el evaluador tildó mis relatos de terroristas. Le molestó que una mujer abordara tópicos de desigualdad y violencia”.

El fondo al que postuló la escritora abre una nueva convocatoria todos los años y tiene como principal objetivo fomentar y promover proyectos literarios. Una de las líneas de esta beca es la de la creación, donde las y los ganadores reciben una cantidad de dinero para que puedan desarrollar sus obras. “Este es un concurso ciego y nadie sabe quién es el autor de ese texto que está siendo evaluado, pero da lo mismo si se sabe o no, el texto está hablando por sí solo”, comenta Camila Valenzuela. “Te pueden decir que no hay cómo saber que quien se lo adjudicó es un hombre y eso es cierto, pero el problema viene de antes, de cómo te enseñan a leer, porque en el fondo lo que se está valorando es una forma de escritura”.

En primera instancia, como explica Carmen Mantilla, el Fondo es ciego, pero luego, en una “segunda instancia, se seleccionan (textos) considerando las cuotas de territorio y de género”. El resultado en la línea de creación de los Fondos del Libro y la Lectura para este año fue similar para autores y autoras. Uno de los puntos principales es que los y las evaluadoras fueron hombres y mujeres por igual. De 112 evaluadores, el 45% son mujeres y el 55% son hombres. Los resultados de los textos adjudicados en esta oportunidad también fueron paritarios. De un total de 221 textos, un 53% se lo adjudicaron mujeres y un 47% hombres. Pero esto no ha sido así en los años anteriores. Infografía 3.

Camila Valenzuela cuenta que muchas feministas a lo largo de la historia han hablado sobre el impacto que genera la lectura en la construcción de subjetividad de cada individuo. “Estamos valorando los discursos que son anunciados por hombres y devaluando los discursos que son anunciados por mujeres. Entonces simbólicamente eso arrastra una serie de repercusiones que se ejecutan en la vida real, en la cotidianidad”. 

Valenzuela, junto a June García y Claudia Andrade, recuerdan a la escritora feminista nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie y su discurso sobre “el peligro de la historia única”. García explica que “lo que dice Chimamanda es un poco que la literatura, los libros, la cultura en general, te dan espacio para pensarte más allá de tu vida, para entender las realidades, otros lugares (…) ella siempre leyó libros de Inglaterra, entonces ella soñaba con esta navidad blanca, soñaba con tomar té y con comer pastelitos ingleses, y después decía: “esa no es mi vida”.

“Así es como creamos la historia única, mostramos a un pueblo como una cosa, una sola cosa, una y otra vez hasta que se convierte en eso”, relata Ngozi Adichie en su discurso. “El poder es la capacidad no solo de contar la historia del otro, sino de hacer que esa historia sea la historia definitiva”. La pregunta es: ¿cuál historia definitiva leen los estudiantes?

“La escritura de otras me salvó la vida”, concluye Pía Barros. “De algún modo la escritura tiene que ver, no con el ego de dejar registro, sino más bien con la posibilidad de rearmarte, de estructurarte, de volver a inventarte todas las veces y al mismo tiempo con aquello que te da un sentido, en un minuto que nada tiene sentido, porque cada libro, cada cosa, es un proceso, te va quedando y vas cambiando tus perspectivas de las cosas”, finaliza con una sonrisa.

(Colaboración)

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