POCO RECONOCIDAS, SIEMPRE LUCHADORAS

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Por Ana Rosa Romo R.
Periodista

En el Día Internacional de la Mujer, las periodistas seguimos reclamando el lugar que nos merecemos en la industria periodística. Para las mujeres periodistas, luchar por la libertad de prensa también significa combatir el machismo en los medios de comunicación.

Se pueden contar con los dedos de las manos las mujeres que dirigen medios de comunicación en todo el mundo, pese que a ellas superan en número a los hombres.

Es cierto que fueron ellos los que elaboraron las primeras gacetas y los que se embarcaron en las batallas del periodismo político en una época en que cada facción ideológica tenía su propio periódico. Tanto en nuestro país, como en el resto del mundo, en sus inicios, el perfil de periodista solo estaba destinado a los hombres como tantas otras profesiones

Desde finales del siglo XVIII y hasta mitad del siglo XX, las mujeres que querían informar o comunicar tuvieron que luchar contra la sociedad machista que no creía que el sexo femenino pudiera desempeñar esa actividad.

Sin embargo, la mujer periodista luchó y recorrió un largo camino, y así obtuvo grandes logros a lo largo de la historia. No hay dudas que la presencia femenina en los medios de comunicación, en nuestro país, paulatinamente fue creciendo de manera notable.

No obstante, el Premio Nacional de Periodismo desde su creación hace 67 años lo han recibido 82 hombres y solo siete mujeres: Lenka Franulic, Raquel Correa, Pilar Vergara, Patricia Verdugo, Faride Zerán, María Olivia Monckeberg y Mónica Gónzalez.

Lenka Franulic fue la primera mujer reconocida oficialmente como periodista y una de los fundadoras del Círculo de Periodistas. Cuando ganó el premio, éste se otorgaba en distintas categorías; ella se impuso en Crónica pero debió compartirlo con René Silva Espejo en Redacción y Eliododro Torrente en Fotografía. Era el año 1957, un año después recibió el Premio de la Sociedad Profesional de Mujeres Periodistas de Estados Unidos, siendo la primera y única chilena en recibir este galardón. Tres años más tarde fue nombrada directora de Ercilla, un gran paso para las mujeres dentro de la profesión.

Debieron pasar 34 años antes de que otra destacada colega volviera a obtener esta distinción, en 1991: Raquel Correa, quien destacó como una gran entrevistadora en medios escritos y televisión. Un estilo sagaz, inteligente y perspicaz, era su sello a la hora de enfrentar a personajes como Pinochet y Lagos. De este último se recuerda la entrevista que Raquel le hizo en 1988 en el programa “De cara al país”, cuando el político que lideraba la oposición, mirando la cámara, increpó al dictador.
Su trayectoria incluye trabajos en revista Vea, Cosas; diarios La Tercera y el Mercurio, Canal 13, TVN; Radios Universidad de Chile, Minería y Cooperativa, donde lideró el espacio “Las mujeres también improvisan”.
Antes del máximo galardón, recibió también el Premio Lenka Franulic que otorga la Asociación de Mujeres Periodistas.

Afortunadamente no pasó tanto tiempo para que, en 1994, una mujer fuera reconocida. El galardón recayó en Pilar Vergara, periodista de la Universidad Católica, una de las pocas mujeres que ha sido directora de un diario. Al mando de La Segunda destacó siempre como una líder con gran olfato periodístico y don de mando para dirigir a un equipo que, en una apresurada mañana, tenía la capacidad de editar un vespertino.
En sus inicios, trabajó en Canal 13, en el programa Pasado meridiano, luego en el diario El Mercurio, donde llegó a ser editora del cuerpo D de Reportajes, y unas de las creadoras del suplemento Wikén. Se desempeñó como profesora de técnicas periodísticas en la escuela de periodismo de la PUC. También recibió los Premios Helena Rubinstein (1980) Lenka Franulic (1988) y Embotelladora Andina (1991).

 

Patricia Verdugo, periodista de la Universidad Católica, recibió merecidamente el Premio Nacional en 1997.
Durante la dictadura, sufrió grande dolores como la separación de su familia y la muerte de su padre, pero con ese sufrimiento desarrolló una faceta que le permitió investigar y denunciar las violaciones a los Derechos Humanos, en libros tan emblemáticos como “Los Zarpazos del Puma”, “André de la Victoria”, “Quemados vivos”, entre otros. Su lucha por los Derechos Humanos fue reconocida internacionalmente, y en 1993 recibió el premio Maria Moors Cabot, de la Universidad de Columbia, destinados a los mejores periodistas del continente. También obtuvo el premio LASA en el 2000, otorgado por la Latin American Studies Association.
La trayectoria de Patricia incluye su trabajo en Ercilla y la fundación de la Revista Hoy junto a Emilio Filippi; la presidencia del Consejo Metropolitano del Colegio de Periodistas, y la creación del movimiento Mujeres por la vida con María Olivia Mönckeberg y María Rozas, desde donde mostraban el descontento de la mujer chilena.

En 2007, la galardonada fue Faride Zerán, periodista de la Universidad de Chile. En sus primeros años de carrera trabajó en la revista Chile Hoy hasta el Golpe de Estado. Luego vendría su exilio en Argentina y Venezuela, donde trabajó en diarios y revistas. En los años ‘80, de vuelta al país, fue subdirectora y copropietaria de Pluma y Pincel, colaboradora de cultura del diario La Época, fundadora y directora de la revista Rocinante, además de reportera en revistas Análisis, y Los Tiempos, siempre en el ámbito cultural. Fue crítica literaria en el programa de TVN El Show de los libros. Integró el directorio de TVN.
En el ámbito académico, fue fundadora del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, donde ocupó el cargo de directora entre 2003 y 2010. En 2014 asumió como Vicerrectora de Extensión y Comunicaciones de la Universidad de Chile.

En 2009, María Olivia Monckeberg, periodista de la Universidad Católica, recibe el Premio Nacional, luego de una larga trayectoria que inició, aun siendo estudiante, en la revista Debate Universitario de su casa de estudios.
De la Revista Ercilla, después de cuatro años, se fue para ser una de las fundadoras de la revista Hoy, en la que se mantuvo hasta 1981 como editora de Economía y Sociedad. Ese año emigró a Análisis, donde fue editora general y subdirectora hasta 1987. En ese momento, se incorporó al equipo del diario La Época hasta marzo de 1990, cuando asumió como editora general del diario La Nación. También se desempeñó como directora de prensa de Radio Nacional, entre 1992 y 1994.
Asimismo, realizó un destacado trabajo en el campo de la investigación respecto a la privatización de las universidades en Chile, al poder de los grupos económicos y a otros temas relevantes, que tradujo en varios libros como “El saqueo de los grupos económicos al Estado de Chile”, “El imperio del Opus Dei en Chile”, “El negocio de las universidades en Chile”, “Los magnates de la prensa”, entre otros.
Al mismo tiempo, ocupó cargos en el Colegio de Periodistas de Chile; fue consejera nacional entre 1985 y 1990, miembro de la Directiva Nacional, y presidenta de la Comisión de Libertad de Expresión entre 1985 y 1988.

Una vez más, esperamos 10 años para que el galardón más importante del periodismo nacional recayera en una mujer. En 2019, lo recibió Mónica González cuya trayectoria se inicia en el diario El Siglo y la revista Ahora. Por el exilio forzado se ve obligada a hacer una pausa en los medios chilenos. Pero a su regreso se integra como reportera de investigación en las revistas Cauce y Análisis. Más tarde, sería subdirectora de investigación en el diario La Nación, y subdirectora en revista Cosas. Luego funda y dirige la revista Siete + 7. En 2007, crea el Centro de Investigación Periodística (CIPER), del que fue directora periodística hasta abril de 2019.
Su vocación investigadora y su irrestricta defensa de los Derechos Humanos la llevaron a escribir libros en solitario o con colaboradores de temas trascendentales. Algunos de ellos: “Bomba en una calle de Palermo” (1986), junto a Edwin Harrington, “Los secretos del Comando Conjunto” (1989), con Héctor Contreras, “La Conjura. Los mil y un días del golpe” (2000), “Los secretos del imperio de Karadima” (2011), con Juan Andrés Guzmán y Gustavo Villarrubia.

Nuestra profesión requiere la vocación de servicio que implican los intereses ciudadanos porque contribuye a la formación de la opinión pública. El periodismo se ejerce como una actividad con funciones políticas y sociales trascendentes, y las mujeres periodistas hemos estado y seguimos estando en una primera línea, poco reconocidas -a veces- pero con fuerza y determinación para seguir luchando por la libertad de expresión, el derecho a la comunicación y los medios no sexistas.

Fuente: www.circulodeperiodistas.cl

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