Ir un poco más allá

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Este es el testimonio de Carlos Padilla, naturópata con una larga trayectoria en medicina alternativa con estudios en Francia y en Chile, quien se contagió con Covid 19 y estuvo hospitalizado varias semanas.  Hoy se encuentra en etapa de recuperación.

Ir un poco más allá

Por Carlos Padilla Rojas

Hoy estoy escribiendo algo que me propuse hacer desde que me di cuenta de lo que me había sucedido. Siento que tener la posibilidad de contarles es en gran parte gracias a su apoyo, sus pedidos, rezos y oraciones, bendiciones, sanaciones a distancia y todo aquello que me ayudó a volver a esta vida.

Ahora descubro en este gesto de “Agradecer” una guía en el camino que me queda por recorrer, un regalo que me gustaría compartirlo con ustedes.
Hace casi dos meses, tuve una experiencia emocional que me hizo tambalear en lo que yo creía era el sentido de lo que estaba haciendo en ese momento, algo que comprometía mi futuro. No le di importancia, sin embargo, sentí como mi cuerpo se fue resintiendo, cada día, como perdiendo fe en todo.

Esta situación se fue agravando. Respiraba con más dificultad, hasta que un amigo médico, Juan Luis, me diagnosticó una neumonía. Comencé a tomar antibióticos. Pero creo que ya era demasiado tarde para revertir la situación. Así fue como a los tres días, en la mañana del viernes 19 de marzo, solicité a un amigo que me llevara a urgencia del hospital. Prácticamente no podía sostenerme de pie, y estaba agotado… casi sin respirar.

Abro un paréntesis para recomendar poner atención y buscar ayuda apenas tengas síntomas como el que tuve, cuando la respiración se hacía cada vez más difícil, un mes antes de caer al hospital.
Agrego a esto mi ingenuidad respecto a la existencia real del Covid19, negándome a toda posibilidad de enfermarme. Ofrezco disculpas a todos aquellos quienes me advirtieron que había que cuidarse, y que no los consideré.

En muy poco tiempo, me encontré en una camilla en una sala donde me llenan de mangueritas para administrar medicamento y oxígeno. Es en ese momento que me siento desvanecer como si dejara de estar ahí recostado. En un instante, estoy al interior de un tubo o túnel donde me desplazo muy lentamente como flotando, y llevado por una corriente que me empuja hacia adelante.
Hay un gran silencio, como cuando uno se tapa los oídos con las manos, las paredes tienen un color café anaranjado, existe una iluminación muy suave.

Me doy cuenta que es el final de mi vida y que ya nada depende de mí. Solo escucho una voz que me dice “todo está bien”. Pienso en lo maravilloso que ha sido haber vivido, haber pasado por este mundo que dejaba, y que todo estaba bien, aceptando mi vida tal como fue. Siento una gran tranquilidad; dispuesto y confiado por esto que me ocurre… “todo está bien”.

Sigo avanzando, lentamente, observando este paisaje y pienso que tal vez fue de esta manera que llegué a este mundo. Y es de la misma manera en que ahora me voy. Contemplando el lugar en que me encuentro, de pronto estoy de vuelta en la camilla. El kinesiólogo me pide respirar lentamente guiándome en la inspiración y espiración.
No sé exactamente lo que ha ocurrido hasta encontrarme solo en una habitación, ya más estabilizado. Veo en mi celular una lluvia de mensajes llenos de apoyo y afecto. Solo pensaba en agradecer y correr a abrazarlos. Es lo único importante en mi vida y no lo había visto. Esto me fue llenando de ánimo y ganas de mejorarme. El solo hecho de pensar en ir abrazarlos y agradecerles, personalmente, era un gran motivo para salir de ésta.

Además, debo agradecer a todo el personal del hospital por su calidad humana y profesional, que constaté en esas tres semanas. Solo elogios para esas personas, todos jóvenes, entregados a la misión arriesgada de primera línea.

Al final, cuando me cambiaron de hospital para la etapa de rehabilitación, el mismo kinesiólogo que me ingresó me dijo estar muy contento, porque creyó que yo no resistiría, y que estuvieron a punto de pasarme a los tubos. Afortunadamente, fui reaccionando bien al tratamiento de base. Me contó que ésa era su vocación y su misión: ayudar a las personas a recuperarse.

Hoy 19 de abril, en casa, aún con hospitalización domiciliaria, sé que tengo todavía un tiempo más para recuperarme totalmente. Pero estoy convencido que todo lo que viene de ahora en adelante, es un regalo. Agradezco esta nueva oportunidad y espero verlos muy pronto para abrazarlos y agradecerles personalmente.

 

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