Carla Guelfenbein lleva su “Estación de las mujeres” a la plástica

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La primera exposición oficial de la autora se presenta por estos días en la Galería Artespacio

Carla Guelbenbein es una mujer inquieta. Hija de padres exiliados, se formó en el extranjero. Con estudios de biología en la Universidad de Essex, destacó en el área de la genética. Más tarde, su entusiasmo por el arte tomó forma concreta en Central Saint Martins, University of Arts en Londres, donde estudió diseño.

A su regreso a Chile, el mundo de la publicidad la recibió con los brazos abiertos. Fue directora de ELLE y realizó una carrera en el área hasta que el año 2003 publicó su novela El revés del alma y la pasión de siempre se convirtió en la única.  Años más tarde, ganaría el Premio Alfaguara de novela con el libro Contigo en la distancia. Con siete novelas, traducida a 17 idiomas, demás está decir que es una de las autoras chilenas más exitosas a nivel nacional e internacional.

“Rozaba sus mejillas como una bestia”
La estación de las mujeres (Carla Guelfenbein)

El arte como forma de vida

No hay duda de que Carla Guelfenbein adoptó el arte como forma de vida. Además de sus novelas, es docente de talleres, participa en el colectivo de autoras chilenas feministas AUCH! y se da el tiempo para crear obras como las que expone  “La estación de las mujeres” en Artespacio.   Admirada y envidiada a la vez, la artista sólo da importancia a lo profundo: el sentimiento y la esencia del ser. Generosidad, es una palabra que se repite al hablar de ella entre alumnos, amigos y conocidos; artista completa, es otra.

“Por años he cultivado en silencio una pasión: el collage”, escribió Carla en su Twitter poco antes de la inauguración de la exposición que muestra su otra faceta y completa el círculo de su novela del año 2019 La estación de las mujeres. 

La muestra, compuesta por cajas de madera y acrílico contiene frases, imágenes, elementos naturales y otros que se vinculan con la palabra.  Lo femenino está presente. Hay una evocación de la novela, de los sentimientos de las mujeres que son narradas en ella. Gabriela Mistral y su amor apasionado por Doris Dana están vivas como imagen icónica en el texto. En la obra plástica, hay un grito de todas las mujeres que han sido  invisibilizadas por siglos, en el arte y en la vida.

 

“Ha sido una experiencia impresionante bella”

Elegir esta novela para la obra visual, no fue algo al azar y así lo explica la autora.

“La novela en si misma, tiene un lenguaje de collage. Está construida a base de cinco personajes, de cinco diferentes épocas y se encuentran en la obra para constituir un cuerpo. Cada una, en su individualidad, representa un mundo y, al unirse conforman algo que es la novela”, aclara.

“Y eso es lo que ocurre en el collage visual. Tu recoges elementos de diferentes fuentes, de distintos lugares que tienen su historia, su particularidad y al unirse conforman una obra visual, un cuadro con un significado nuevo. La novela, en su construcción gráfica, no sólo es un collage, sino que, por sobre eso, tiene elementos disímiles. Poesía, letras de canciones, las cartas de Gabriela Mistral, las frases de Jane Holzer, que se van intercalando en el texto y van dando nuevos significados al mismo. Y esa forma de trabajar en el texto es una mímesis de lo que luego hice con los collages visuales”, dice.

Y aunque el arte para Carla Guelfenbein, no es un campo nuevo, vivir el proceso que implica una exposición propia abre una ventana a las maravillas, según explica.

“Ha sido una experiencia impresionante bella de cabo a cabo, porque nunca he tenido muchas expectativas en el sentido de que no aspiro a grandes cosas con esto y, al final, terminé exponiendo en una de las mejores galerías de Santiago y no solamente por su trayectoria y por el prestigio que tiene, por supuesto que es impresionante. Imagínate que, antes de que yo expusiera, estaba Gazitúa (Francisco), que es uno de los artistas más importantes de Chile. Y antes de él, estaba Ismael Frigerio que también es un artista consumado. Entonces, tener el acceso y la posibilidad de exhibir en esa sala es un privilegio gigante”, señala.

Además del prestigio de Artespacio, la sala de Rosita Lira y Maria Elena Comandari, se constituyó en un espacio “un espacio muy limpio, muy elegante en el cual la obra adquirió para mi otra dimensión, una dimensión como que cada obra tomó su lugar dentro de ese espacio”, según la autora.

Es que antes, la obra vivió por partes en su departamento.

“Estuvo todo apilado en mi living, todos estos meses, casi como trastos y de repente verlo ahí, expuesto, es súper emocionante”, asegura.

Carla iniciando el montaje de La estación de las mujeres
Carla iniciando el montaje de “La estación de las mujeres”

El trabajo de la muestra “La estación de las mujeres” de Carla Guelfenbein, también requirió un esfuerzo personal el montaje, tema que la tiene muy contenta.

"La estación de las mujeres", deshojada.
“La estación de las mujeres”, deshojada.

“Para poder habitar ese espacio de manera digna, tuve que crear una obra nueva, algo que a mi me gusta mucho, que es la novela entera desplegada. Son las hojas de la novela que están pegadas, tachadas, intervenidas. Sólo los textos que son parte de la exposición son los visibles y todos lo demás están tachados a mano, palabra por palabra. Yo lo hice, estuve como dos semanas en ese trabajo y luego tiene una suerte como de herida hecha de hilo rojo, que es una cicatriz. Simboliza una vagina, es también Chile, es el dolor que cruza la existencia de todas estas mujeres que son parte de la novela”.

 

 

Si no puedes visitar Artespacio por la pandemia, tienes la opción de ver la exposición virtual en este enlace.

M.R.G

 

 

 

 

 

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