Día internacional de la Mujer

Cada 8 de marzo…Día Internacional de la Mujer

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Recordamos, nos entristecemos, nos empoderamos y nos unimos.

En este 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, como cada año, vuelvo al poema de la Tere Calderón, Mujeres del mundo uníos. Entonces recuerdo, me entristezco y también me empodero.

Recuerdo que, durante muchos años, el movimiento feminista me pareció algo pasado de moda. Saliendo del colegio, donde además, por mucho tiempo habíamos sido superiores en número a los hombres, ellos eran un complemento, una especie de hermanos chicos que se integraban a nuestro mundo. Así también sucedía con el tema de los orígenes- palestinos e israelitas-, no había diferencias. Teníamos los mismos derechos y obligaciones. Fueron los medios que me abrieron los ojos frente a las diferencias.

En la radio, el interventor de Pinochet (un hombre encantador, a pesar de todo), me hablaba mirando el escote y yo lo avergonzaba echándoselo en cara, en público. Se reía y se ponía colorado, no era más que eso. Yo era la “chica chora”, la que enfrentaba; la que decía cosas inconvenientes. No me sentía discriminada ni pasada a llevar. Sin embargo, mi voz no valía lo mismo que la de los hombres. Además, recuerdo varios episodios de acoso que se resumen en un ejemplo: un conocido y respetado periodista deportivo (RIP) me ofreció plata para “sólo para mirarla en el jacuzzi”. Luego me pidió disculpas, pero el hecho fue el primer choque con la realidad.

Más tarde, estando embarazada, un director de TV osó decirme, antes de salir al aire “Puta que estás gorda”, a lo que respondí “Se me va a pasar, a ti lo huevón, no”. Ese mismo personaje, meses después haría escándalo cuando yo suspendía una grabación para dar de mamar a mi hijo. Había que seguir trabajando. En ese canal, ganaba exactamente la mitad que mi co-animador.

Ya no me entristecen esos capítulos; sí lo hacen los más recientes, aquellos que no tienen que ver con los hombres, sino con la poca solidaridad de mis congéneres; con lo difícil que es trabajar con “jefas” y su poca disposición con las subordinadas. Me entristece tener vergüenza ajena de aquellas que, porque un colaborador flojo les mueve las pestañas -como sabiamente dice la canción Dulce de Francisca Valenzuela – le encuentran la razón en todo y lo dejan ascender aunque el trabajo se lo haga el resto de las mujeres. Me entristece que cuando una mujer triunfa, las otras buscan todos los peros para no celebrar. Me entristece la envidia y la liviandad con la que opinamos de realidades ajenas. Me entristecen las que nos pasan a llevar, aquellas que son consideradas “trepadoras”, las que no trepidan en hablar mal de ti para obtener un lugar mejor en la empresa.

Entonces vuelvo a la Tere Calderón y a la Pía Barros, escritoras pensantes y actuantes; mujeres que son un ejemplo en la búsqueda de los derechos femeninos, en la dignidad, en la solidaridad y en el encanto. Mujeres bien mujeres, feministas que van a la lucha (no lusha, como leí por ahí en un tuit que pretendía ser despectivo…de otra mujer) para empoderarnos y mejorar nuestra condición en cuanto a seguridad, respeto y posibilidades.

Qué el Día Internacional de la Mujer no tenga que repetirse por siglos; que algún día sea de celebración, diversidad y amor, y no de exigencias básicas que ya debieran ser realidades.

Mary Rogers G

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