“Yo no hago eso”

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Aunque la tendencia mundial es a lo transversal, nuestro país sigue en la senda del patrón de fundo y del pensamiento colonial

Santiago, Chile.- “Don XX”, sigue siendo el karma del país. Por más que lo intentemos, nos tira el pensamiento colonial. Somos apatronados, porque necesitamos protección. El jefe no es líder, es jefe y puede negarse a realizar cualquier acción colaborativa diciendo: “Yo no hago eso”, como si estuviera en un pedestal.

En tanto, el chileno se siente débil y perdido, si alguien no dirige sus pasos. Así, una secretaria o asistente sigue necesitando a un “Don XX”, para que vise su trabajo, aunque ella conozca al revés y al derecho la empresa y su funcionamiento. Y el respeto pasa a ser servilismo cuando la otra parte se equivoca. Entonces, nadie se atreve a decir nada, porque “el que sabe, sabe; el que no, es jefe”.

Con este sistema, el “don”, no puede superar sus limitaciones, porque todos están obligados a rendir honores al hombre- o a la mujer, que suele ser aún más dura que el macho alfa- y de esta forma, las empresas comienzan a irse a pique. Es una situación extrema, se entenderá, pero es la base para dejar de crecer.

Burocracia

Otro tema instaurado en el país, en especial en las empresas públicas, es la burocracia. Para obtener autorización de cualquier mínima cosa, se debe pasar por el “compra huevos” una y cien veces. Sumando además el consabido “Yo no hago eso” de los mandos medios, resulta bastante limitante iniciar el peregrinaje para llegar a quién corta el queque, finalmente. Así, las pequeñas decisiones entrampan el trabajo y, consecuentemente, el logro.

La solución

Tomar conciencia de la importancia de la transversalidad, del trabajo en equipo y de la confianza en quienes saben hacer su labor, se vuelve una necesidad imperativa para cambiar la dinámica. Pero, para conseguir buenos resultados, hace falta la autocrítica de los que ostentan  algo de poder y el trabajo con el propio ego. Remar hacia el mismo lado implica potenciar las capacidades de cada colaborador, sin miedo a que, en un momento dado, los aplausos sean para alguien más.

V.B.M


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